lunes, 28 de enero de 2008

Era la fiesta de jubilación del oficial de policía bonaerense Joaquín López.
Queridos compañeros, dice él, les quiero leer una carta que les escribí:
Querida familia de la policía:
Les agradezco todo el afecto, cariño y amor que me brindaron a lo largo de estos años en la policía. Nunca me voy a olvidar de todos estos momentos compartidos, de los criminales atrapados con mi amigo y compañero de patrulla Ezequiel Linguanotto.
Muchas Gracias.
Joaco López.
Suenan los aplausos en el salón agradeciendo las palabras de Joaquín y de a poco se van yendo cada uno para sus casas.
A la mañana siguiente llaga una llamada a la comisaría de alguien anónimo con la noticia de que el ex oficial López se había suicidado.
Enviaron una patrulla a la casa de este ex oficial y lo encuentran colgado del techo de su habitación con una soga de 2,5 cm. de espesor y 1,5 m. de largo; en cada punta tenía un nudo muy bien hecho.
Luego de una rápida revisión de la casa el cabo Herrera encuentra una nueva carta escrita por el ex oficial que decía:
Si encuentran esta carta es porque morí. Si desean resolver el por que de mi muerte busquen a Roberto “La Garza” Sosa. Lo pueden encontrar en su local de compra venta de ropa llamado “La Garza Voladora”.
Joaco.
Media hora después de búsqueda llegan al local que tenía en su techo un aviso publicitario de una hamburguesa al estilo casero.
Ingresan en el local, se encuentran mano a mano con “La Garza” y le hacen una serie de preguntas sobre el ex oficial a lo que el hombre responde:
“El tenía muchas deudas y muchos enemigos, busquen al “Pato Galván”, el está preso en la cárcel de devoto…”
Pero eso no fue necesario porque desde la base les hablan a los oficiales y les dicen que se había entregado el hijo del ex oficial y su cómplice el compañero de López, Ezequiel Linguanotto, por el asesinato de Joaquín López.

Facundo Fuoco 2º 5º C.B.

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